Y Dios creó el libre mercado…

¿Sabía usted que el libre mercado es el sistema de Dios puesto sobre los hombres para organizar sus economías?

  1. La propiedad privada es un Derecho Divino. Dios en cuanto creador, es dueño de todo lo que ha formado y sigue creando, tiene la propiedad privada del » mundo y los que en él habitan» (Salmos 24:1), «la plata y el oro» (Hageo 2:8), «las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos» (Salmos 50:11), «la salvación» (Apocalipsis 7:10), «las cosas secretas» (Deuteronomio 29:29, «el día y la noche» (Salmos 74:16)

2. La propiedad privada es un don de Dios dado a los hombres. Decidió crear al hombre y a la mujer, y compartió con ellos la autoridad y dominio sobre todas la creación, le dio al hombre un título de dominio (Salmos 8: 6), y con ese derecho le delegó la responsabilidad de gobernar el mundo, dominar sobre los animales y hacerlo productivo y fértil (Génesis 1:28). Porque es precisamente la propiedad privada la que le permite a las personas cuidarla, protegerla, mejorarla; mientras la propiedad no sea de nadie, o «sea de todos», se abandona, se descuida, se destruye ( ¿o a caso el mar como bien de toda la humanidad no sufre la contaminación de toda la humanidad?)

3. El maldad entró al mundo para expropiar la propiedad privada sin ninguna clase de compensación indemnizatoria. Desde tiempos inmemoriales el hombre que se establece con la agricultura comienza a prosperar, pero al pasar el tiempo considera que 500 metros de terreno ya no son suficientes, necesita más, para cultivar más, para tener más; inventa la guerra, las dictaduras y el socialismo como métodos de sumisión sobre la propiedad privada de otros, y solo así puede ser más grande. Y cuando aquel lo tiene todo, se levanta como un dios para decirle a los subyugados que el alimento, la salud, la educación y demás necesidades solo él las puede satisfacer, los demás ya no tienen propiedad privada, porque la única propiedad la tiene el Estado Expropiador, el proletariado, el dictador. Para eso está el diablo, «para robar, matar y destruir» (Juan 10:10).

4. Jesús jamás fue comunista, ni siquiera se acercó un poco a la «justicia social», Jesús compartió VOLUNTARIAMENTE de sí mismo para dar a los demás, nadie lo obligó a despojarse de su divinidad y riquezas, él decidió hacerse pobre para que con su pobreza fuésemos enriquecidos (2 de Corintios 8:9), fue su iniciativa privada la que trajo el amor de Dios al mundo ; la propiedad privada de la Salvación la brindó a todos los que creyeran en él, regaló la salud y la liberación de su propio poder, no le quitó a Pedro ni a Mateo de la virtud de ellos para dársela a los enfermos. Alguien tocó SU manto y se dio cuenta que alguien recibió salud sin pedírsela directamente, porque era SU poder( Lucas 8:46) y lo que es propio ya tiene un incentivo para cuidarlo mucho más que cuando dicen que algo es «de todos».

Jesús compartió con sus discípulos esa autoridad (Mateo 28:18-19), entonces podemos impartir a otros de la misma Salud y Libertad; lo único que tenía Pedro cuando vio al cojo era lo que recibió como regalo: la autoridad. «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy…» (Hechos 3:6): la iniciativa privada inspirada por el Espíritu en acción.

5. Los primeros cristianos nunca fueron socialistas o comunistas. Jamás los apóstoles expropiaron las propiedades de los primeros discípulos por «una ley de interés público», ni los obligaron a deshacerse de ellas, todos sabían que el Espíritu Santo estaba entre ellos y deseaban permanecer juntos, vivir el cielo en la tierra, y en esas circunstancias, decidieron VOLUNTARIAMENTE vender sus propiedades y sus bienes y compartirlo según lo que se necesitara, según lo que ellos proponían en su corazón, no porque eso estaba determinado según cuantos impuestos les podemos aplicar a los más ricos.

No vendían sus propiedad para luego distribuir su producto por partes iguales; frente a las necesidades de las viudas no esperaron que el Estado Romano se hiciera cargo de ellas, no esperaron a que se creara un bono o subieran los impuestos para financiar el gasto público, sino que actuaron sin necesidad del Estado, se organizaron sin necesidad de una ley, la iniciativa privada inspirada por el Espíritu Santo logró que todos ellos tuvieran todas las cosas en común. (Hechos 4:32-36), el libre mercado inspirado por el Espíritu Santo puede hacer a todas las naciones del mundo prósperas.

Por eso, el único modelo económico posible que permite al hombre y a la mujer volver a tener el mundo como el Edén, o al menos cerca de eso, es el libre mercado, porque se funda en el respeto de lo ajeno, y en la responsabilidad de cada ser humano de administrar correctamente lo propio, tan solo piense en lo mal que se administran los parques nacionales, o lo mal que se «reparte el mar», o lo mal que se cuidan los bienes de uso público, verdaderas ordas de delincuentes bajo banderas «sociales» destruyan calles, monumentos, locales de micro y pequeños empresarios.

El libre mercado añade valor al trabajo, ya no para cumplir la cuota diaria sino para mejorar la propia despensa, la mejor salud, la mejor educación; al considerar esas cosas como obligaciones del Estado para con el pueblo, lo más económico para su agenda es dando una salud pobre y que discrimina si eres civil o un policía, una educación pobre que adoctrina en la lucha de clases, «pobres pero iguales», iguales a la manera leninista.

El libre mercado mejora la tierra, haciendo fructificar todo lo que se produce en ella. Pero el pecado arrebata todo eso, y cuando lo quita, también lo destruye, nacionaliza los recursos, como el petróleo, desmejorando su productividad, su capacidad para extraerlo (chavismo), porque al financiar los «deseos» populistas de los hombres, se impide invertir en las necesidades humanas reales; engaña a los pueblos con la idea de «la igualdad», pero al final «lo de todos» le pertenece al dictador de turno, al partido político corrupto.

El pecado desmejora la tierra, el socialismo también, el pecado impide la producción eficaz, el socialismo también; el pecado empobrece a los hombres, el socialismo también, y además los transforma en comunistas. El socialismo, como el antagonista del libre mercado, jamás ha sido ni será el modelo para llegar al Edén, en un país tan endeudado como el nuestro jamás funcionará un «Estado Benefactor», porque solo buscará hacernos «más pobres pero iguales«.

El libre mercado también se puede corromper no porque el sistema sea malo, o débil, sino porque el pecado ataca a los hombres que se sirven de el; ejemplo serían los casos sobre gobiernos «capitalistas de compinches», es decir, un libre mercado enfermo con el virus de la avaricia, donde abunda la colusión, donde se dictan leyes para favorecer a los amigos o familiares de algún presidente nepotista.

También vemos a la China comunista sirviéndose del libre mercado a costa de la mano de obra barata y la esclavitud de millones de personas, un sistema perverso que destruye pueblos de campesinos para construir mataderos o fábricas de productos falsificados «made in china», que le quita los riñones a prisioneros políticos y cristianos para venderlos en el mercado, lanzaron el virus del Covid al mundo, y ahora investigando vacunas para venderlas a los países; y vemos a una Venezuela chavista fijando los precios, limitando la propiedad, expropiando la libertad.

Debemos defender nuestra actual Constitución Política de la República y votar #RECHAZO a una nueva constitución; porque cambiarla por una hoja en blanco es dar entrada franca a un sistema dominado por la maldad y el engaño, es ayudar al enemigo de las naciones del mundo a destruir esta herramienta de progreso que Dios le dio a los hombres, como ha sido el libre mercado.

y dijo Dios: «No robarás», y nació la propiedad privada, nació el libre mercado…

Deja un comentario